El agua de los ríos, lagos o subterránea es recogida. Primero hay un primer filtro que separa del agua las partículas más grandes. Seguidamente pasa por un par de desarenadores, que filtran la arena que contiene. El agua ya filtrada, es sometida a un proceso llamado Cloración, encargado de eliminar los microorganismos. Una vez clorada se decanta separándola del barro, y vuelve a pasar por un desarenado más pequeño que acaba de filtrar las pequeñas partículas. Cuando está totalmente filtrado se ozonifica, proceso por el que acaba de desinfectarse. Los filtros de carbón activo eliminan los malos olores o sabores. Una vez terminados todos los procesos el agua es enviada a un depósito en la planta potabilizadora, que prepara el agua para el consumo humano.
Desde las plantas potabilizadoras, el agua es enviada hacia nuestras casas a través de una red de tuberías que llamamos red de abastecimiento o red de distribución de agua.
El proceso varía según la procedencia del agua: si son aguas subterráneas, al no exponerse a la polución no están tan contaminadas, se les aplica un tratamiento simple; si las aguas proceden de ríos o lagos el tratamiento será completo, a que han sido expuestas a todos los factores externos y contienen más substancias contaminantes.
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